Sucumbida, hasta tu lecho llego
sin pensar que me abrigarías,
ese amor que maltrató mi ego
me dejó convaleciente y rendida.
Tu calor sin pensar me brindaste
suturando con tu amor mis heridas
me saciaste con tu aliento inherente
devolviendo el palpitar a mis días.
Acogiste mi dolor en tu lecho,
me dotaste de tu bella ternura
complaciente arrullaste mi pecho
Y saciaste esta sed sin mesura
me cubriste con tus fuertes brazos
soy tu niña, tu ilusión, tu locura.
Autor
Rocío Lizano.
Derechos de autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario